Cuando uno lee a Hayek y se entera que la Dirección
Central que decide sobre la economía de
un país jamás poseerá el conocimiento suficiente para producir mejoras, o
cuando uno lee a Mises y se entera que sin precios libres no hay modo de tomar
decisiones económicas con un mínimo de racionalidad, sino que todo queda
librado al “olfato” del planificador, en fin, cuando uno lee esto quisiera
enterarse de casos concretos, reales donde estos problemas estructurales del socialismo
se expresen.
La desaparición del Mar Aral es un excelente ejemplo. Lo relata
Ryszard Kapuscinski en Imperio, en el capítulo Asia central, la aniquilación
del mar.
El Mar Aral, el tercero en la sucesión de mares asiáticos (Negro,
Caspio, Aral) desapareció en 40 años. Donde antes brillaba la vida gracias al
gua, ahora solo hay sal y arena. Esa catástrofe ecológica no ha recibido, sin
embargo, mayor atención por parte de los ecologistas, más preocupados por los
efectos irrelevantes de pasteras sobre los ríos que por la dramática desaparición
de un mar.
El Aral era el producto de dos ríos caudalosos y extensos,
el Syr-daria y el Amu-daria, de más de 1500 km de recorrido cada uno de ellos.
Durante milenios el sistema de ríos y el Mar Aral permitieron la vida en la
calurosa y reseca Asia central. Cultivos variados, arboles, ganado, peces. Todo
un nicho ecológico que permitia a millones de personas vivir en las extremas condiciones
de ese territorio sin lluvias y con extremos de calor y frío.
Entonces, llega el planificador. Kruschev y Breznev
decidieron que la prioridad era producir algodón, en esas regiones, llevarlo a
Rusia y allí generar una industria textil que daría trabajo a millones de
rusos.
A partir de ahí la
secuencia fue la siguiente
1-
Los bulldozers construyeron miles de canales
para que el agua de los ríos los inunde y plantar allí el algodón. El 30% del
agua se perdía, absorbida por las arenas
2-
Se eliminaron todos los cultivos que no fueran
de algodón. Desaparecieron las hortalizas,
las verduras variadas, jardines, los campos de pastoreo: El algodón era la única
materia prima que a Moscu le interesaba.
3-
La cosecha del algodón duraba tres meses y exigía
a millones de trabajadores. Todos , herreros, pintores, pescadores, ganaderos,
hombres, mujeres, niños viejos eran
obligados a recoger las cosecha a 40 grados de temperatura y a respirar los químicos
que desde aviones se rociaban constantemente sobre el algodón. El resto del año
estas personas estaban desocupadas y vagaban en busca de mendrugos.
4-
El agua absorbida por la tierra llegaba a depósitos
subterráneos de sal. Cuando el agua alcanza a la sal esta empieza a salir a la
superficie. “La sal, cuenta Kapuscinski, antes oculta, aplastada y escondida en
las profundidades, ha emprendido viaje hacia la superficie, hacia la libertad.
La tierra dorada de Uzbekistán, que primero había envuelto el blanco del
algodón, ahora aparece envuelta en el brillante cascarón de la sal”
5-
La aguas de ambos ríos fueron desapareciendo,
tragadas en los canales de riego,
hundidas en las arenas, convertidas en lodazales, ciénagas “saladas y
venenosas, en lodazales espumosos y pestilentes, en traicioneras marismas
cubiertas de lenteja, para que, finalmente, se la tragara la tierra, haciéndola
desaparecer de la vista del hombre.”
6-
El pueblo de Muinak era un pueblo de pescadores.
Ahora el mar queda a 80 kilómetros del
pueblo y los cascos oxidados de los barcos yacen sobre la arena, añorando el
agua.” Hoy no existen ya ni el río, ni el mar. Las flores y las plantas del
pueblo se han secado, han muerto los perros. La mitad de la gente se ha
marchado y los quedan no tienen dónde ir.”
Esta tragedia, ocultada durante el Imperio Soviético ha sido
olvidada, y difícilmente alguien extraiga las lecciones que oculta. La
principal es que el monocultivo colonialista destruye un complejo nicho
ecológico y termina destruyendo la tierra, las plantas y los hombres. Que las
decisiones centralizadas, tomadas por políticos ignorantes de las realidades locales,
omnipotentes, sin posibilidad de revisión, generan daños irreversibles. Que la
diversidad es un valor esencial, que el agua es un recurso difícil de regenerar
cuando es mal manejada.
Siempre me llamó la atención la poca repercusión de un desastre medioambiental como este.
ResponderEliminarAsí es. Las prioridades las fija una agenda caprichosa, básicamente política (anticapitalista y prosocialista)
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