LA EXCEPCION
ARGENTINA
1880-1914
PROLOGO
Quiero dejar escrito que la pampa y las afueras son enternecedoras de
todo mirar argentino y son patrias manifiestas de nuestro sentir.
Jorge Luis Borges
Escribir
este libro ha constituido una audacia. Un No- historiador como yo, sociólogo, no
parece la persona más dotada para contar el pasado. Los sociólogos hacen
análisis sincrónicos y, casi, desconocen el diacrónico, el tiempo. Los
historiadores, en cambio, se sumergen en
el pasado, son necesariamente grandes
lectores de documentos antiguos, a veces casi ilegibles, frecuentadores de
archivos coloniales, parroquiales, de comunidades extranjeras, de instituciones
como la Iglesia o el Ejército, a la búsqueda constante de la verdad que se
esconde tras millones de palabras. Ese no soy yo. No frecuento archivos, soy
incapaz de leer un manuscrito y carezco de acceso a fuentes documentales
privadas. Mi única cualidad es, en todo caso, cierto poder de síntesis, de
resumen, el poder de comunicar cuestiones complejas de una manera no compleja.
El eclectismo es, en todo caso, mi característica: amo la historia y no soy historiador, amo la
economía y no soy economista.
Estudiando
un objeto definido (el boom argentino
entre 1880 y 1914) fui invadido por una certeza: el proceso que protagonizó
Argentina entre 1880 y 1914 no ha podido ser interpretado cabalmente por nadie,
es de tal complejidad y magnitud que se resiste a cualquier esquema de
interpretación. Lo que llama la atención es la multiplicidad de elementos puestos en
juego y la compleja interrelación de esos elementos, al punto que fue imposible
‘planificar’ nada. Todo se jugaba en microprocesos cambiantes. Ningún área se consolidaba para siempre como
productora de determinado bien agrario. Ningún producto se aseguraba la
permanencia, ninguna técnica, proceso o mecanismo tenía garantizada la
estabilidad. Nadie estaba impedido del error o del éxito impensado. No había planes, se actuaba por ensayo y
error. Había, sí, una visión: Argentina , país atrapado en la política
menor, debía salir del estancamiento y
progresar, explotando sus riquezas y atrayendo millones de inmigrantes.
Para ser meramente
descriptivo, cualquier interpretación del proceso argentino debe considerar
como factores y actores al clima, el suelo, las prácticas productivas
tradicionales, el saladero, los
productos de exportación y su evolución década tras década, desde los
tradicionales (cuero y tasajo) , la lana, y los emergentes( trigo y carnes de
alta calidad), el rol de la mecanización de la agricultura, los inmigrantes , las nuevas tecnologías (el alambrado, los
molinos para aguada, segadoras, arados, trilladoras, los corrales, los
potreros, los montes arbolados,) el papel de las colonias santafesinas, la
campaña del desierto y el fin de la frontera peligrosa, la guerra del Paraguay,
los molinos santafesinos y la captación
de mercado porteño de harina, los peones golondrina, las cuadrillas para esquila, la producción de puros de raza ovina
y bovina, la extensión de la red de
ferrocarriles, la conformación de una vanguardia ganadera, el rol tradicional
del gaucho y su transformación en peón disciplinado, de la estancia tradicional
a la estancia moderna, la logística del almacenamiento, traslado y embarque de
los granos, el papel de los empresarios en la colonización, los acopiadores,
comerciantes y exportadores de grano, el crédito a los productores, el cultivo
de alfalfa en régimen de arrendamiento, la contratación de mano de obra, la
mejora de las razas, la incorporación de la lechería de alto nivel, la
exportación de ganado en pie, el congelamiento de carnes ovinas y luego en de
carnes bovinas, la instalación de frigoríficos, las inversiones extranjeras y
las garantías por esas inversiones, el acceso al mercado británico, precios de
nuestros productos, ganancias, PBI interno general y per cápita. En fin, un
largo y complejo entramado de factores y resultados, en algún punto todos ellos
asociados, relacionados, en conflicto o
cooperando.
Con estos hechos,
procesos, eventos se debe intentar construir un relato coherente, que le de
forma y sentido a tanta información. Mi propósito es descriptivo. Poner orden y
exponer pausadamente todos esos elementos ya vale la pena. Más que desarrollar
una nueva interpretación, el objetivo es la exposición comprensible de hechos,
datos, cifras en búsqueda de encontrar relaciones, interconexiones,
interacciones entre personas, grupos, tecnologías, desarrollo de productos,
técnicas de gerenciamiento…
Para eso
me baso en la riquísima y poco explorada base de datos que constituyen los
censos nacionales de 1869, 1895 y 1914, los de la Ciudad de Buenos Aires de
1887, 1904 y 1909, el Censo Escolar de 1884, el Censo provincial de Santa Fe de
1887, el Censo de Empleados públicos de 1893, el Censo Agropecuario Nacional de 1908. Me apoyo en
los estudios de los principales economistas e historiadores que se pueden
consultar en la Bibliografía, y, sobre todo, en el testimonio de los
contemporáneos, desde viajeros extranjeros, colonos, inmigrantes, pensadores,
políticos que entre 1870 y 1920 intentaron describir, analizar, explicar el
fenómeno argentino de fin de siglo XIX y
comienzos del XX. Como escribió el gran sociólogo e historiador social, Juan Álvarez,
rosarino, al escribir su Historia de Rosario, su libro “se integra con muchas
transcripciones, porque al invocar testimonio ajeno es preferible hacerlo con
las palabras del testigo, y también porque frases de un Alberdi o un Avellaneda
no requieren glosador”. Modestamente, intento lo mismo. En un panorama intelectual
en el que se busca originalidad
pretendo, por el contrario, dejar que las cifras no sean ocultadas por las
construcciones teóricas e ideológicas y que los testigos hablen libremente, sin la
tijera del glosador.
Acaso no
agraden las cifras al lector…Sin embargo, es preciso que se interese por ellas
un instante, pues toda la vida pasada, presente y futura de la República
Argentina se sintetiza en algunas sumas. (…) En un país como este, las
demostraciones secas y áridas de los números se animan y adquieren una
apariencia de milagro y de reto. Los totales prósperos , gloriosos, como
contentos de sí mismos, se acrecen año en año en columnas cada vez más largas
y, de adición en adición, cuando llegan al balance comparativo de las naciones
competidoras, hacen ostentación del triunfo, como comerciantes felices,
radiantes de alegría.
Jules Huret. De Buenos Aires al Gran
Chaco.1911
Creo que
es tiempo de reconocer el milagro
argentino. Este país no se recuperará sino no renace alguna forma de
orgullo nacional, esta vez lejos de toda fiesta chauvinista. Nacimos en un
país increíble, pero no lo sabíamos.
Este libro
intenta recuperar ese orgullo. Y voy a aportar datos para ello. No se trata de
retórica sino de datos objetivos, no solo numéricos – que los hay- sino más
inasibles como las ideas, las polémicas y los mitos que la literatura de
ficción y el ensayo supieron corporizar y echar a andar. Pero
para que esos mitos existieran algo tuvo
que pasar en esta ciudad y en este país.
Lo que
sucedió fue la excepción argentina.
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