domingo, 11 de septiembre de 2016

Reseña de “La izquierda reaccionaria”

 En 2011, el recordado Horacio Vázquez Rial me pidió que le haga la reseña de su famoso libro, "La izquierda reaccionaria" en su version para la Web.

Escribió el 16 de marzo de 2011:
Querido Esteban:
¿Harías la reseña de La izquierda reaccionaria para LD? Unos 7.000 espacios.
Le contesté:
Gracias por este "encargo". El libro lo lei hace ya años y lo presté...sin devolución. Supongo que puedo accederlo en la edición on line. Para cuando habría que entregarlo?
Cuando se la envié y la leyó me envió este mensaje que guardo en mi corazón:
Recibido y leído, Maestro
es justo lo que esperaba
miles de gracias

y un fuerte abrazo



Vázquez Rial, además de escribir un libro importantísimo, tuvo la genialidad de crear el término Izquierda Reaccionaria, el cual tiene una fuerza extraordinaria: desmonta- con solo dos palabras- la mitología que iguala Izquierda a Progreso. La Izquierda no es el progreso, nos sugiere, es la reacción más consistente y feroz al proyecto liberal democrático.
Lo más llamativo del libro de Vázquez-Rial es el punto de vista. Si algún pensador conservador hubiera escrito una crítica a la izquierda a nadie le llamaría la atención. Casi diríamos, está en su naturaleza. Pero que alguien proveniente de la izquierda asuma el desgarro que significa quebrar con sus mitos de juventud y exponer, al fin, las dudas y certezas que lo traspasan, el producto tiene un valor complementario. Sobre todo si por ese proceso hemos pasado miles de personas de nuestra generación.

 Nos dice el autor:

“Venía, como tantos otros, preocupándome por la situación de lo que hasta aquí se ha venido llamando izquierda, por la identidad de día en día más borrosa de ese sector del pensamiento, o del no-pensamiento, con el cual me identifiqué durante largos años, probablemente a falta de algo mejor. Intuía, más que veía, la miseria en la que había caído y seguía cayendo, como en un pozo de fondo remoto, pero no alcanzaba a precisar lo que la violencia de Al Qaeda reveló aquel día y los que le siguieron: que el pozo no tenía fondo y que la decadencia de las nociones que habían alimentado las visiones del mundo en general tenidas por progresistas, ya no se iba a detener.”

Horacio Vázquez-Rial no es el único que ha transitado ese cambio. Muchos otros lo hemos hecho, aunque quizás de un modo discreto, sin la audacia y la brillantez de Horacio. De algún modo él mostró el camino.
El punto de ruptura final fue quizás para él y para muchos, el brutal atentado del 11 de septiembre del 2001. Las sonrisas cómplices, las condenas meramente formales y en el fondo de todos los progresistas, la idea de que EEUU se la “habían buscado” fue el detonante que muchos necesitamos para decirle adios, definitivamente a los sueños de la Izquierda.

“Lo que siguió al 11 de setiembre fue un estallido. Una confesión pública de identificación con la barbarie, de repudio a la civilización y al pensamiento como tal, de repugnancia ante lo político, de tolerancia ante el terrorismo, y de cólera frente a la legalidad y la legitimidad de los Estados como marco de garantía de los derechos humanos”

Todo eso, y mucho más, quedó claro el 11 de septiembre. La sustancia de “La izquierda reaccionaria” es el relato pormenorizado de ese estallido de irracionalidad: de cómo una hija de Occidente - la izquierda que nació en las jornadas revolucionarias del siglo XVIII - termina matando a su propio padre y se abraza a lo peor: el fundamentalismo religioso, el nacionalismo, la reacción. Es Roger Garaudy convirtiéndose al islamismo, es Carlos, el guerrillero internacional, aplaudiendo a Osama Bin Laden. A eso ha llegado la jibarización de la izquierda: del anuncio de un futuro de libertad y justicia a la justificación de la matanza de inocentes.

Las claves de esta decadencia son analizadas por Vázquez-Rial, con la sapiencia de un arqueólogo, que analiza fragmentos dispersos para rearmar una realidad cultural.
  
1.      El reduccionismo de la autodefinición de izquierda, que vendría a ser todo lo que se oponga la “derecha”: un mosaico que abarca desde Churchill a Hitler, de Vargas Llosa a Trujillo.
2.      El abandono de la política democrática, en el sentido de una lucha leal por el poder, sobre la base de convencer a los electorados: atajos, golpes de estado, conspiraciones, guerras prolongadas
3.     La asunción del “nacionalismo” como bandera de la izquierda, contra la tradición internacionalista de sus fundadores.
4.     Cuba como el gran mito sobreviviente a la Caída del Muro :” Las gentes de las izquierdas, las que hace cuarenta y dos años depositamos nuestras esperanzas de transformación en la revolución cubana —asumo mi parte—, debieran ser las más críticas, las más interesadas en que esa pesadilla no se prolongue. Si es necesario, reclamando el fin del bloqueo, pero con conciencia de que el final del bloqueo es el final del régimen, el más deseable, el menos sangriento de los finales. Cuba, su Mito, su bandera, es aun levantada por los restos de la izquierda, es una pesadilla (,,,) solo un cínico redomado puede decir que hay un principio que defender en Cuba, sea que se llame socialismo, sea que se llame igualdad”.
5.      La pérdida de la noción de proceso- esa dinámica de la historia que lo único que predica es no hay un "fin" de la historia, que la historia no se detuvo en la URSS o en China o en Cuba. La cristalización, el congelamiento de la Historia es una de las claves del fracaso de la izquierda para comprender la dinámica de lo real.

La pérdida de poder de fuego político e ideológico tras la caída de la URSS se compensa, entonces, con el apoyo -explicito o soterrado- a la barbarie fanática expresada por Bin Laden y su terrorífico atentado a las Torres. Por interpósita persona, la izquierda (antiamericana, fanáticamente antiamericana podría decirse) encuentra su nuevo guía. El que fuera un líder fundamentalista islámico  se considera un  detalle menor. Como recoge el libro, cierta dirigencia izquierdista argentina,  a la vanguardia de la alianza Marx-Mahoma,  planteó el carácter revolucionario de Osama.   Vicente Zito Lema , sostuvo que Osama bin Laden era “un revolucionario”, cuya lucha “es parte de la lucha de clases” de “los oprimidos de la humanidad contra el imperio”. Lo comparó con José de San Martín, Manuel Belgrano , José G. Artigas [líderes independentistas de Argentina y Uruguay en el siglo XIX], Ernesto Guevara y “mis compañeros caídos en combate”. 

El Mito ya estaba construido. Y la izquierda es muy eficaz construyendo Mitos. Es lo que mejor sabe hacer.

El estupendo capítulo sobre Multiculturalidad trae una síntesis brillante de las similitudes y diferencias de dos tradiciones que han influido en la modernidad, incluyendo a la izquierda: la tradición iluminista (universalista, igualitaria, racional) y la tradición romántica (irracional, particularista, exaltadora de las diferencias nacionales). De un modo muy claro Vázquez-Rial demuestra que el romanticismo está en la base del antisemitismo: " ¿De qué modo la noción de relativismo cultural, o de multiculturalismo, como se ha elegido llamarlo últimamente, está asociada al antisemitismo en particular, por la historia del Romanticismo alemán, y al racismo en general? La negación de la noción de humanidad, y su sustitución por la de un conglomerado de «culturas» abre la brecha de la diferencia. Y el racismo no se construye sobre la superioridad o la inferioridad de una determinada raza: eso viene después, en segundo término: lo primero es la diferencia de esa raza respecto de otras. Para aceptar la idea de que los arios son superiores, o la de que los judíos son inferiores, tengo que aceptar primero que son diferentes. Es tan racista afirmar que todos los judíos son malos como afirmar que todos los judíos son buenos. O los árabes, o los chinos, o los sioux, lo mismo da. Al diferenciarlos, los separo de la idea de humanidad."

La izquierda nació bajo el espíritu del iluminismo, pero ha virado hacia el romanticismo: la multiculturalidad, el desprecio de la cultura occidental, la aceptación entusiasta de  la diversidad cultural, incluyendo las prácticas de ablación, el asesinato de mujeres adúlteras, explotación de la mujer, la negativa de los inmigrantes islámicos a aceptar la legalidad democrática europea, todo en nombre del "respeto por la diversidad cultural".

Nos dice el autor: " Las izquierdas han dejado de ser un proyecto porque ni tienen un modelo de sociedad socialista dignamente defendible, ni se han comprometido con la defensa del único sistema, el occidental, en el que les está permitido vivir”.
El abandono de Occidente, de las libertades, del ideal democrático con el pretexto de que esos ideales se habían difuminado merced al imperialismo y al capitalismo "salvaje" no hizo más que acercar a la izquierda a su supuesto antagonista: "Todavía hace falta más distancia, todavía hay adherencias en nuestro espíritu de una sentimentalidad bolchevique, que nos impide a quienes nos formamos en las izquierdas asumir la esencial identidad del comunismo y el fascismo como respuestas revolucionarias paralelas, con un origen común, con una parafernalia común, con una coreografía común, con un lenguaje común, con unos discursos comunes."

Identificar al comunismo y al nazifascismo como las dos caras de una misma apuesta antiliberal , para alguien que proviene de la izquierda, alguien aun adherido a "la sentimentalidad bolchevique", es una "audacia". Sabe que sus amigos lo tildarán de "facho", de irresponsable: buena parte del Mito Soviético se construyó con la "victoria sobre el nazifascismo". Y no es cuestión de derruir mitos.

Vázquez-Rial sigue su indagación, incorporando bajo su lupa la “política familiar” de la izquierda actual, muy diversa al puritarismo de los viejos anarquistas del siglo XIX, la cuestión de la soberanía- ambiguo tema en el que la izquierda duda entre su inicial “internacionalismo” y la defensa de la Soberanía – como coartada para apañar dictadores- junto al desprecio por la soberanía de los estados europeos y la apuesta por los “nacionalismos de aldea”; la ecología como nuevo Mito anticapitalista, incluyendo la postura “antinuclear” y muchos temas más.
Hay que leer el libro. Para los que amamos la lectura, es una guia imprescindible para entender la polémica actual.
Culmina Horacio afirmando, a modo de síntesis: “  La izquierda actual es un síndrome y una mitología. Los síntomas son el antiamericanismo como única filosofía central, la renuncia a las nociones de proceso, de soberanía y de Estado, entre otras, el multiculturalismo —que lleva al proislamismo acrítico y, en consecuencia, a servidumbres políticas e intelectuales perversas—, el antisemitismo, el nacionalismo, la manipulación de la memoria y de la historia, el desconocimiento de la realidad moral de ciertas prácticas, tanto positivas como negativas —la familia o el cultivo de opio—, las consignas que se repiten sin que tengan ya ningún vínculo con la realidad.”

No hace falta acordar con todas las afirmaciones de Vázquez-Rial. Eso sería lo contrario a un pensamiento libre e independiente. Algunas tesis que sostiene mueven a la discusión, lo cual es bueno y sano. Solo los fundamentalistas creen en cada palabra del Libro. Los liberales, afortunadamente, tenemos  muchas coincidencias y algunas disidencias, porque el liberalismo vive del intercambio, la discusión y el consenso.
Hay que aplaudir la reedición de “La izquierda reaccionaria” en su versión virtual. Los que no la leyeron en  2003 tendrán la oportunidad de acceder así a una completa guía de los desatinos que ha protagonizado la izquierda reaccionaria.



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