Durante un siglo todo confluyó armoniosamente: la ciencia, el derecho, la democracia, el comercio, la industria, la medicina, la tecnología. El siglo XIX presenció el más formidable crecimiento de
Pero el crecimiento del poder adquisitivo fue paralelo a la percepción de profundas desigualdades. Lo que en el régimen anterior permanecía oculto, perdido en el corazón rural de los feudos, lastimaba ahora la vista en las ciudades industriales. Jornadas extenuantes, salarios bajos, viviendas precarias. Hasta 1870 ese era el espectáculo. Tras ese desastre se escondía el germen del crecimiento y la igualación social, pero eso no se demostraría hasta mucho después. Por ahora esa injusticia clamaba al cielo y producía el Socialismo.
Hay cosas
que nadie puede entender plenamente, que escapan a la posibilidad de comprensión.
No todo se puede prever y planificar. Hay un orden espontáneo, producto de
mecanismos de adaptación a sociedades extensas, que aun nos cuesta entender.
Nadie sabe, por ejemplo, cómo se creó el lenguaje, cómo se articularon decenas
de reglas gramaticales y sintácticas, nadie redactó un diccionario. Nadie pudo
crear un idioma perfecto, a partir de la luz de la razón. Nadie sabe, tampoco,
cuándo y cómo se creó la moneda, por qué razón la gente hizo como que creía que
una medallita de barato bronce tenía algún valor. Nadie, tampoco, de forma
conciente y deliberada redactó las leyes que durante cientos de años se
aplicaron de la Gran
Bretaña , el common law, construido desde centenares de
sentencias judiciales, constituyendo un cuerpo de jurisprudencia – sabia ¬ que
no requiere la codificación en leyes escritas. Nadie planificó las redes
comerciales, la interrelación entre industriales, comerciantes, banqueros,
transportistas, obreros, consumidores. Nadie dijo “hágase el mercado”, y el
mercado se hizo. Nadie escribió un manifiesto capitalista, demostrando
científicamente la superioridad del mercado libre por sobre el espacio feudal y
mercantilista. Nadie tuvo que demostrar que el mejor precio es el que fluctúa
libremente: que si es demasiado bajo, no hay ganancia y que si es demasiado
alto, no hay venta.
Nadie planifica - porque no se puede- la producción (tipo, color, tamaño, material) de camisas, camisetas, remeras, tops, pullovers, chalecos, camperas, sacos, corbatas, tornillos, autos, grúas, aviones, alfileres, dados, naipes, servilletas, tenedores, tazas, azucareras, centros de mesa, alcancías, pelotas de tenis, computadoras, celulares, martillos, zapatillas, medias, anillos, relojes o collares de fantasía. Nadie puede prever qué cantidad producir de cada una de esas cosas y anticipar la compra de la materia prima, la capacitación de mano de obra, el armado de la red comercial. Nadie en su sano juicio puede acometer semejante acción: planificar centenares de miles de productos, de precios de intercambio, de salarios a pagar. Solo el socialismo pudo pretender eso. Y así le fue
Nadie planifica - porque no se puede- la producción (tipo, color, tamaño, material) de camisas, camisetas, remeras, tops, pullovers, chalecos, camperas, sacos, corbatas, tornillos, autos, grúas, aviones, alfileres, dados, naipes, servilletas, tenedores, tazas, azucareras, centros de mesa, alcancías, pelotas de tenis, computadoras, celulares, martillos, zapatillas, medias, anillos, relojes o collares de fantasía. Nadie puede prever qué cantidad producir de cada una de esas cosas y anticipar la compra de la materia prima, la capacitación de mano de obra, el armado de la red comercial. Nadie en su sano juicio puede acometer semejante acción: planificar centenares de miles de productos, de precios de intercambio, de salarios a pagar. Solo el socialismo pudo pretender eso. Y así le fue
La
explicación marxista sobre la explotación siempre queda a medio camino. No
cierra. Es como si retratara una parte de la realidad y se olvidara que existe
otra, a contrapelo. Como si explicara la fatiga, pero olvidara relatar el
descanso que le sigue.
Por que para
la maquinaria de producción capitalista es bueno pagarle poco al obrero, pero
es bueno que haya de consumidores con buenos sueldos, ávidos de comprar esa
producción masiva y creciente. El doble carácter de la persona (obrero y
consumidor) jamas aparece en la misma oración en Marx. Como si fueran dos
seres distintos uno debe ser explotado con salarios bajos y el otro…tentado con precios bajos y
salarios altos para comprar cada vez más bienes.
Para la
teoría marxista la plusvalía es la fuente de ganancia capitalista. Cuanto más
bajo el salario y más alto el precio de venta, mayor la ganancia capitalista.
En palabras
del viejo Carlos” La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario
y disminuye en la medida en que este aumenta”
Pero…
reconoce Marx hay casos en que “ las ganancias de un capitalista pueden
aumentar a costa de otros capitalistas, independientemente del alza o baja
del salario”. O sea; a veces una ganancia mayor no depende de la “tasa de
explotación” sino de la capacidad para expandir el mercado, crear nuevos
productos, vender más barato, etc. En términos actuales, las ganancias de
Google no se basan en la diferencia entre ingresos y salarios pagados a sus
trabajadores (salarios, dicho sea de paso, que deben ser los más altos de la
tierra) sino en su capacidad para vender su innovador servicio allí donde no
hay nadie que le compita.
¿Y como
resuelve Marx esta contradicción? Por el absurdo: “ Es cierto que la ganancia
no habrá aumentado porque haya disminuido el salario, pero el salario habrá
disminuido por haber aumentado la ganancia”
Es el
salario “relativo” el que disminuye, no el “absoluto”, debería haber agregado el viejo Marx.
Pero dicho
así, pareciera que “en términos absolutos”, baja el salario, cuando diez
renglones arriba el admite la posibilidad contraria. La frase se transforma en
una consigna política, de las tantas que su magnífica pluma creó en décadas de
actuación.
Todo, en
realidad, es un problema de “comparación” ente lo que gana el obrero y lo que
gana el capitalista. Llevando este razonamiento al extremo ¿que es lo que nos
muestra Google o cualquier otra empresa de alta tecnología?: mientras los trabajadores de Google ganan en promedio
200 mil dolares por año, sus accionistas mayores incrementan su patrimonio en
varios millones de dólares al año. ¡Pobres trabajadores de Google, así
explotados! (El promedio de sueldos en Sillicon Valley es de casi 150.000
dólares por año, para el total de USA: 36.000U$S año).
Al fin Marx
nos dice la verdad: “el salario se halla determinado sobretodo por su relación
con la ganancia…: es un salario relativo, proporcional.(…) Aunque los goces
del obrero hayan aumentado, la satisfacción social que producen es ahora menor [¿Como lo sabe? ¿Habrá hecho encuestas entre
obreros prósperos?] comparada con los goces mayores del capitalista,
inasequibles al obrero., y comparado con el nivel de desarrollo de la sociedad
en general . Nuestras necesidades y nuestros goces tienen su fuente en la
sociedad y los medimos, consiguientemente , por ella, y no por los objetos
con que los satisfacemos. Y como tienen carácter social, son siempre
relativos”
“Hemos visto
, pues: que incluso la situación más favorable para la clase obrera, el
incremento más rápido posible del capital, por mucho que mejore la vida
material del obrero , no suprime el antagonismo entre sus intereses y los
intereses del burgués (…) La situación material del obrero habrá mejorado, pero
a costa de su situación social “.
Vamos a ver.
Según estos párrafos estratégicos y fundacionales de la teoría marxista, no hay
un problema “objetivo y absoluto” de explotación, sino que hay de deprivación
relativa, entre el obrero (incluso en los bien pagos) en relación al
capitalista . Todo el problema de la explotación social, la necesidad de la
revolución mundial que acabe con la explotación es un problema “relativo,
comparativo, de proporciones” entre lo que gana el simple obrero (al cual ya no
satisfacen los “objetos que recibimos” sino que sufre de un goce “menor”, en
comparación con el “promedio social”) y lo que gana su capitalista. Un problema
subjetivo, de “envidia social”, de “goce menor que”, no de “situación material,
sino de situación social”.
El trabajador promedio de Google, con sus 15
mil dolares mensuales mira con recelo a sus patrones que acaban de comprar un
jet privado…y se afilia a La Revolución Mundial , porque esta diferencia no se
aguanta!
Ahora cierra
el modelo.
a) El
capitalista hace su mayor ganancia vendiendo grandes cantidades de producto a
las masas
b) Esas
masas, justamente, los proletarios, reciben cada vez más salario, lo cual está
en el interés del capitalista, que desea consumidores con dinero listo para
gastar en los bolsillos.
c) Todo crece:
la producción, los salarios, el consumo, tiende a bajar el precio de los
productos a fin de incrementar los volúmenes de venta, se mejoran las
condiciones de trabajo, hay capital para desarrollar tecnologías más humanas,
menos degradantes…
d) Y aumenta
la ganancia del capitalista. He ahí el problema. Eso no se tolera.
e) Entonces
los proletarios – que tienen mucho más que las cadenas para perder (un salario
en alza que les garantiza adquirir cada vez más productos- “aunque los goces
del obrero hayan aumentado”, dice Marx- ) - se organizan en Partidos
Comunistas, derrotan a la burguesía e instauran el Estado Comunista, del cual
jamás podrán salir: salarios congelados, productos de calidad irrisoria,
desabastecimiento, homogeneidad aplastante, pero eso si: ¡ningún capitalista
enriqueciéndose a mi costa!
En el fondo,
tras el ropaje científico, Marx muestra que tiene un serio problema moral con
las ganancias. El odia las ganancias, el lucro excesivo, a la manera de la Iglesia medieval que
condenaba la usura y exigía un “justo precio”. No las considera una retribución
normal hacia un factor (“el factor empresario”) encargado de planear la
producción y venta de un bien ( comprar las materias primas, adquirir y
mantener las maquinarias, prever -arriesgando su capital o su puesto- niveles
de venta de su producto, contratar mano de obra y capacitarla, competir con
otros capitalistas en mejorar la calidad y/o bajar el precio, gestionar la
producción, almacenaje, distribución, venta y cobranza, obtener créditos, pagar
préstamos, abonar impuestos, pagar sueldos, investigar nuevos productos,
invertir, y al fin obtener su ganancia
para que el ciclo siga…años tras año, sin vender la fábrica e ir a
disfrutar a la Costa Azul ).
Hay un
fuerte – y erróneo- sentido moral en Carlos Marx, un apasionamiento difícil de
explicar desde su pretensión de fundar un socialismo científico. Como un padre
ofendido, se enoja con la realidad. ¿Qué pensaría hoy de Google?
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