lunes, 13 de junio de 2016

Capitalismo y Socialismo



Durante un siglo todo confluyó armoniosamente: la ciencia, el derecho, la democracia, el comercio, la industria, la medicina, la tecnología. El siglo XIX presenció el más formidable crecimiento de la Humanidad luego de centurias de aumento vegetativo. Un obrero que en 1800 solo podía comprar una unidad de algodón con una unidad de salario, 100 años después podía adquirir diez unidades de algodón con esa unidad de salario.

Pero el crecimiento del poder adquisitivo fue paralelo a la percepción de profundas desigualdades. Lo que en el régimen anterior permanecía oculto, perdido en el corazón rural de los feudos, lastimaba ahora la vista en las ciudades industriales. Jornadas extenuantes, salarios bajos, viviendas precarias. Hasta 1870 ese era el espectáculo. Tras ese desastre se escondía el germen del crecimiento y la igualación social, pero eso no se demostraría hasta mucho después. Por ahora esa injusticia clamaba al cielo y producía el Socialismo.


Hay cosas que nadie puede entender plenamente, que escapan a la posibilidad de comprensión. No todo se puede prever y planificar. Hay un orden espontáneo, producto de mecanismos de adaptación a sociedades extensas, que aun nos cuesta entender. Nadie sabe, por ejemplo, cómo se creó el lenguaje, cómo se articularon decenas de reglas gramaticales y sintácticas, nadie redactó un diccionario. Nadie pudo crear un idioma perfecto, a partir de la luz de la razón. Nadie sabe, tampoco, cuándo y cómo se creó la moneda, por qué razón la gente hizo como que creía que una medallita de barato bronce tenía algún valor. Nadie, tampoco, de forma conciente y deliberada redactó las leyes que durante cientos de años se aplicaron de la Gran Bretaña, el common law, construido desde centenares de sentencias judiciales, constituyendo un cuerpo de jurisprudencia – sabia ¬ que no requiere la codificación en leyes escritas. Nadie planificó las redes comerciales, la interrelación entre industriales, comerciantes, banqueros, transportistas, obreros, consumidores. Nadie dijo “hágase el mercado”, y el mercado se hizo. Nadie escribió un manifiesto capitalista, demostrando científicamente la superioridad del mercado libre por sobre el espacio feudal y mercantilista. Nadie tuvo que demostrar que el mejor precio es el que fluctúa libremente: que si es demasiado bajo, no hay ganancia y que si es demasiado alto, no hay venta.
Nadie planifica - porque no se puede- la producción (tipo, color, tamaño, material) de camisas, camisetas, remeras, tops, pullovers, chalecos, camperas, sacos, corbatas, tornillos, autos, grúas, aviones, alfileres, dados, naipes, servilletas, tenedores, tazas, azucareras, centros de mesa, alcancías, pelotas de tenis, computadoras, celulares, martillos, zapatillas, medias, anillos, relojes o collares de fantasía. Nadie puede prever qué cantidad producir de cada una de esas cosas y anticipar la compra de la materia prima, la capacitación de mano de obra, el armado de la red comercial. Nadie en su sano juicio puede acometer semejante acción: planificar centenares de miles de productos, de precios de intercambio, de salarios a pagar. Solo el socialismo pudo pretender eso. Y así le fue

La explicación marxista sobre la explotación siempre queda a medio camino. No cierra. Es como si retratara una parte de la realidad y se olvidara que existe otra, a contrapelo. Como si explicara la fatiga, pero olvidara relatar el descanso que le sigue.
Por que para la maquinaria de producción capitalista es bueno pagarle poco al obrero, pero es bueno que haya de consumidores con buenos sueldos, ávidos de comprar esa producción masiva y creciente. El doble carácter de la persona (obrero y consumidor) jamas aparece en la misma oración en Marx. Como si fueran dos seres distintos uno debe ser explotado con salarios bajos  y el otro…tentado con precios bajos y salarios altos para comprar cada vez más bienes.

Para la teoría marxista la plusvalía es la fuente de ganancia capitalista. Cuanto más bajo el salario y más alto el precio de venta, mayor la ganancia capitalista.
En palabras del viejo Carlos” La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que este aumenta”
Pero… reconoce Marx hay casos en que “ las ganancias de un capitalista pueden aumentar a costa de otros capitalistas, independientemente del alza o baja del salario”. O sea; a veces una ganancia mayor no depende de la “tasa de explotación” sino de la capacidad para expandir el mercado, crear nuevos productos, vender más barato, etc. En términos actuales, las ganancias de Google no se basan en la diferencia entre ingresos y salarios pagados a sus trabajadores (salarios, dicho sea de paso, que deben ser los más altos de la tierra) sino en su capacidad para vender su innovador servicio allí donde no hay nadie que le compita.
¿Y como resuelve Marx esta contradicción? Por el absurdo: “ Es cierto que la ganancia no habrá aumentado porque haya disminuido el salario, pero el salario habrá disminuido por haber aumentado la ganancia”
Es el salario “relativo” el que disminuye, no el “absoluto”,  debería haber agregado el viejo Marx.
Pero dicho así, pareciera que “en términos absolutos”, baja el salario, cuando diez renglones arriba el admite la posibilidad contraria. La frase se transforma en una consigna política, de las tantas que su magnífica pluma creó en décadas de actuación.
Todo, en realidad, es un problema de “comparación” ente lo que gana el obrero y lo que gana el capitalista. Llevando este razonamiento al extremo ¿que es lo que nos muestra Google o cualquier otra empresa de alta tecnología?: mientras  los trabajadores de Google ganan en promedio 200 mil dolares por año, sus accionistas mayores incrementan su patrimonio en varios millones de dólares al año. ¡Pobres trabajadores de Google, así explotados! (El promedio de sueldos en Sillicon Valley es de casi 150.000 dólares por año, para el total de USA: 36.000U$S año).

Al fin Marx nos dice la verdad: “el salario se halla determinado sobretodo por su relación con la ganancia…: es un salario relativo, proporcional.(…) Aunque los goces del obrero hayan aumentado, la satisfacción social que  producen es ahora menor  [¿Como lo sabe? ¿Habrá hecho encuestas entre obreros prósperos?] comparada con los goces mayores del capitalista, inasequibles al obrero., y comparado con el nivel de desarrollo de la sociedad en general . Nuestras necesidades y nuestros goces tienen su fuente en la sociedad y los medimos, consiguientemente , por ella, y no por los objetos con que los satisfacemos. Y como tienen carácter social, son siempre relativos”
“Hemos visto , pues: que incluso la situación más favorable para la clase obrera, el incremento más rápido posible del capital, por mucho que mejore la vida material del obrero , no suprime el antagonismo entre sus intereses y los intereses del burgués (…) La situación material del obrero habrá mejorado, pero a costa de su situación social “.

Vamos a ver. Según estos párrafos estratégicos y fundacionales de la teoría marxista, no hay un problema “objetivo y absoluto” de explotación, sino que hay de deprivación relativa, entre el obrero (incluso en los bien pagos) en relación al capitalista . Todo el problema de la explotación social, la necesidad de la revolución mundial que acabe con la explotación es un problema “relativo, comparativo, de proporciones” entre lo que gana el simple obrero (al cual ya no satisfacen los “objetos que recibimos” sino que sufre de un goce “menor”, en comparación con el “promedio social”) y lo que gana su capitalista. Un problema subjetivo, de “envidia social”, de “goce menor que”, no de “situación material, sino de situación social”.
 El trabajador promedio de Google, con sus 15 mil dolares mensuales mira con recelo a sus patrones que acaban de comprar un jet privado…y se afilia a La Revolución Mundial, porque esta diferencia no se aguanta!

Ahora cierra el modelo.
a) El capitalista hace su mayor ganancia vendiendo grandes cantidades de producto a las masas
b) Esas masas, justamente, los proletarios, reciben cada vez más salario, lo cual está en el interés del capitalista, que desea consumidores con dinero listo para gastar en los bolsillos.
c) Todo crece: la producción, los salarios, el consumo, tiende a bajar el precio de los productos a fin de incrementar los volúmenes de venta, se mejoran las condiciones de trabajo, hay capital para desarrollar tecnologías más humanas, menos degradantes…
d) Y aumenta la ganancia del capitalista. He ahí el problema. Eso no se tolera.
e) Entonces los proletarios – que tienen mucho más que las cadenas para perder (un salario en alza que les garantiza adquirir cada vez más productos- “aunque los goces del obrero hayan aumentado”, dice Marx- ) - se organizan en Partidos Comunistas, derrotan a la burguesía e instauran el Estado Comunista, del cual jamás podrán salir: salarios congelados, productos de calidad irrisoria, desabastecimiento, homogeneidad aplastante, pero eso si: ¡ningún capitalista enriqueciéndose a mi costa!

En el fondo, tras el ropaje científico, Marx muestra que tiene un serio problema moral con las ganancias. El odia las ganancias, el lucro excesivo, a la manera de la Iglesia medieval que condenaba la usura y exigía un “justo precio”. No las considera una retribución normal hacia un factor (“el factor empresario”) encargado de planear la producción y venta de un bien ( comprar las materias primas, adquirir y mantener las maquinarias, prever -arriesgando su capital o su puesto- niveles de venta de su producto, contratar mano de obra y capacitarla, competir con otros capitalistas en mejorar la calidad y/o bajar el precio, gestionar la producción, almacenaje, distribución, venta y cobranza, obtener créditos, pagar préstamos, abonar impuestos, pagar sueldos, investigar nuevos productos, invertir, y al fin obtener su ganancia  para que el ciclo siga…años tras año, sin vender la fábrica e ir a disfrutar a la Costa Azul).

Hay un fuerte – y erróneo- sentido moral en Carlos Marx, un apasionamiento difícil de explicar desde su pretensión de fundar un socialismo científico. Como un padre ofendido, se enoja con la realidad. ¿Qué pensaría hoy de Google?

No hay comentarios:

Publicar un comentario