Argentina es
en este momento un laboratorio vivo en el que se puede observar cómo es pasar
de un régimen populista autoritario a uno republicano (dudo en agregar la
palabra maldita, “liberal”, ya que está claro que Macri no es liberal, en el
sentido que Mises o Hayek dan al término, aunque sí “liberal” en el sentido de
división de poderes, libertad de expresión, respeto por las instituciones,
etc.)
Lo primero
que hay que decir es que no es nada fácil. Sería extremadamente fácil si un
gobierno republicano no tocara nada de la estructura de poder que el populismo
armó en 12 años y se contentara con “durar”, simulando gobernar, cambiando el
estilo crispado por uno amable y dialoguista, pero no tocando ningún interés
político, sindical, legislativo o de la burocracia estatal. Hay que aguantar
mucho. Desde un papa que suele saludar por teléfono a gente del común que no
pudo, no supo, o no quiso saludar al
Presidente por la toma de posesión, mientras se fotografiaba con el nefasto
Guillermo Moreno, hasta las huelgas salvajes en el subterráneo, por parte de
ignotos sindicalistas, desde las frases “republicanas” de los que han violado
mil veces la ley, hasta el silencio de algunos aliados. Apagones de luz, obviamente señalados como
“culpa de Macri” hasta el trágico accidente de los gendarmes, en que murieron
42 jóvenes gendarmes.
Macri empezó
bien, hay que decirlo. Cumplió en una semana sus promesas básicas de campaña.
Terminó con las retenciones y bajo un 5%
las de la soja; denunció de hecho el tratado con Irán , se reunió con el
paciente cacique Qom, eliminó, ni más ni menos, el Cepo cambiario y sus
restricciones para importar, exportar, atesorar, vender o comprar dólares.
Desde ahora comprar dólares será como
quien va al mercado de la esquina y compra un kilo de verdura. Una experiencia
que casi habíamos olvidado. Se reunió con sus contrincantes de octubre, con los
24 gobernadores provinciales, con empresarios.
Pero una
audacia suya casi termina mal. Los Kirchneristas, cuyo proyecto era modificar
la parte dogmática de la Constitución,
extirpar de ahí a liberal indómito, Alberdi, y
conseguir encauzar a la Argentina en la decadente ola bolivariana, digo,
ese kirchnerismo prepotente, autoritario, agresivo, ávido de poder, se declaró
indignado por el nombramiento en comisión de dos jueces para la Corte Suprema,
que Macri hizo apelando al ignoto
artículo 99 de la Constitución. Pero también lo hizo toda la oposición y parte
de sus aliados radicales. Finalmente, enfrió el asunto, mandando para febrero
la asunción de los jueces, dándose un tiempo para negociar en el Senado la
aprobación, por dos tercios, de los pliegos.
Lo que le
importaba a los kirchneristas era un pretexto para ejercer la “resistencia
popular” y lo lograron, juntando a varias decenas de miles de militantes en la
plaza Congreso. Comenzó la gimnasia destituyente que, explícitamente, es el
plan de Cristina y sus seguidores.
La otra
prueba de fuego, audaz y que nadie creía que sucedería, fue levantar el Cepo
cambiario, antes de cumplir una semana en el gobierno. La reacción de “los
mercados” fue, contra todo pronóstico, muy cauta. Nadie se abalanzó a comprar
dólares y el billete verde bajó de 14,5 a 13,9. Un éxito que deberá ratificarse
en los próximos días.
La gente
acompaña a Macri en este momento: un 63% tiene una evaluación positiva del
Presidente, un 58% califica de bueno o muy bueno al gabinete nombrado, un 42%
apoya totalmente la eliminación del Cepo. En cambio un 58% rechaza la
nominación de los jueces de la Corte por decreto.
Otra
audacia, la intervención de hecho del AFSCA (a cargo de la aplicación de Ley de
Medios , dirigida por el militante kirchnerista Martin Sabatella) se hizo por
medio de un Decreto de necesidad y urgencia, lo cual puso la decisión al límite
de la constitucionalidad.
Es muy
extraño ver en el canal del estado a los periodistas ultrakirchneristas del
célebre programa “678” despotricar contra el Presidente que aún les paga el
sueldo. Cosas de la transición. En vez de echarlos como el kirchnerismo hizo en
canal 7 con quienes le resultaban
sospechosos, Macri optó por respetar sus contratos, que vencieron este fin de
año. Seguramente ya hay una Plaza preparada para la protesta cuando no le
renueven el contrato.
Se suma a
esta lista el gravísimo episodio de la fuga de los sicarios, asesinos de tres
personas ligadas al tráfico de efedrina, hace varios años. Uno de ellos
apareció en televisión en agosto para denunciar que su jefe era, ni más ni
menos, que Aníbal “la morsa” Fernández, otrora hombre fuerte del gobierno,
candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, perdidoso frente a
María Eugenia Vidal. En esta fuga están implicadas autoridades del Servicio
Penitenciario Provincial, de la Policía Bonaerense y apoyos externos de militantes
K, muchos de ellos gente del entorno de
Aníbal Fernández.
Como dijo
Daniel Salvador, Vicegobernador radical de Buenos Aires, al periodista Humberto
Bonanata, “Los primeros
seis meses serán muy duros. Debemos amalgamarnos más que nunca porque el
problema no será sólo la economía. Nos plantarán miguelitos cada cinco metros
para hacernos imposible la gobernabilidad en todos los órdenes”.
La gente señala,
en un 80%, como principal amenaza al gobierno de Macri la oposición frontal del
kirchnerismo. El bloqueo por orden de Cristina del presupuesto de Buenos Aires,
con sus legisladores festejando no haber habilitado el presupuesto provincial
es una pista en ese sentido: Cristina le hará imposible a Macri cada ley, cada
propuesta, cada proyecto.
Creo que estamos viviendo una bisagra histórica, un
momento definitorio, decisivo, del que saldremos para el futuro o que nos
eyectará nuevamente a mediados del siglo pasado. El enemigo existe, no es un simpático
adversario. El enemigo organiza la fuga de los presos y después se encarga de acusar
a Vidal por la fuga. El enemigo convoca todas las semanas a Kicillof y otros, a
seguir manteniendo la llama que no deberá apagarse hasta que Ella retorne con
el látigo vengador. El Peronismo, el actor que
supuestamente debería devorar al Cristinismo no tiene coraje para eso. Le
temen.
Ante eso, a
Macri no le queda otro camino que la dureza, dureza que algunos aliados no
entienden y que indigna a ciertos periodistas opositores al kirchnerismo, los
descoloca. Los "puros" le exigen a Macri la pureza que nunca le
exigieron a Nestor y si, tardíamente, a Cristina.
Quedan como
lecciones para nuestros vecinos latinoamericanos que sufren diversas formas de
populismo, desde las más salvajes como en Venezuela a las más prolijas, como en
Brasil o Uruguay:
-
El populismo no es simplemente la ocupación de las
instituciones del Estado: es sobre todo el armado subterráneo de un sistema de
poder que incluye desde patotas barrabravas a sindicalistas, desde policías
corruptos a narcos, desde empresarios amigos a medios de comunicación.
-
Por lo tanto es ingenuo creer que basta con ganar una
elección y unas bancas en el Congreso. Eso es solo el comienzo. Rápidamente hay
que neutralizar la acción de esas mafias, esas minicorporaciones que movilizan
gente y recursos, y pueden desestabilizar rápidamente cualquier gobierno
democrático republicano
-
En el mediano plazo se debe realizar una profunda
transformación del Estado, en especial en las áreas de seguridad, justicia y
educación. Sino, la hidra de mil cabezas renacerá una y otra vez
-
El populismo gana, casi siempre, la “batalla cultural”, con
su ejército de artistas, cantantes, escritores, profesores. Sabemos que la
“izquierda”, sea cual sea su definición, abona su poder en Universidades, medios de comunicación, en la cultura,
el espectáculo. Es por eso que el principal desafío de una propuesta
republicana es generar alternativas culturales, desmitificando los lugares
comunes del “progresismo”.
En este momento histórico e irrepetible nos jugamos
la Republica. No es para gente delicada, digamos radicales y demócratas
clásicos. Es para personas dispuestas a soportar una gran apretada corporativa
de los actores que yo señalaba en un artículo publicado en El Telescopio hace
unos meses:
“Si gana
Macri, balotaje mediante, tendrá que lidiar contra un formidable aparato de
poder que incluye gobernadores, senadores, diputados, intendentes,
sindicalistas, periodistas, empresarios amigos, intelectuales, artistas,
deportistas, farándula, jueces, fiscales, camaristas, militantes de La Cámpora
y otras agrupaciones, ONGs feministas, indigenistas, gays, ecologistas,
punteros políticos, beneficiarios de planes sociales, aspirantes a
beneficiarios, etc. Se necesita un líder
muy fuerte y convencido para enfrentar semejante muralla. La historia dirá si
ese líder es Macri o si aún no nació.”
¿Habrá
nacido? Esperemos que sí, lo creo probable.
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