viernes, 20 de mayo de 2016

Política y economía, retórica y leyes

El mundo de lo social es el de la escasez, no el de la abundancia.
O sea, no tenemos recursos para “ensayar prototipos sociales” y ver cual funciona mejor. No hay recursos ni tiempo para probar, simultáneamente distintas formas de organización de la producción, tipos de familia, normas de herencia, formas de representación política, etc. Entonces, hay que optar, elegir las “especies” que deberán adaptarse al medio y no perecer en el intento. (La insoportable levedad del Ser)
De ahí el Plan: la insistencia de los humanos, desde siempre de conocer (mágica o científicamente) las fórmulas precisas para el éxito.
La escasez obliga a “demostrar” (mediante argumentos convincentes) anticipadamente el éxito de una opción a fin de obtener de los recursos necesarios para desarrollarla.
Con lo cual el arte de la gestión-decisión es en buena medida el arte de convencer al proveedor de recursos: un arte retórico.
(De ahí  la descalificación  de Edward de Bono a la tradición exclusivamente retórica-crítica del pensamiento occidental y su carencia de capacidad constructiva”;  destinado más a convencer –vencer- que a diseñar la resolución de problemas)

Así entramos de lleno en los mitos, en la religión y en la ideología, en el lenguaje como instrumento de retorización, de  mecanismo para obtener  recursos que el azar no brinda.
La utopía: sigan al Rey, el sabe donde habrá una tierra mejor, sabe como organizar una cosecha, una ciudad, un templo.
La : Sigan a Dios Isis-Ra-Sol-Jehová, es el único que nos garantiza la cosecha, si le sacrificamos nuestros primogénitos, o las cabezas de nuestros enemigos.
La campaña: vótenme, no los voy a defraudar, voten el programa del partido revolucionario, el único que garantiza pan, paz y trabajo, voten el partido liberal...
El Plan: Si se asignan n unidades a A, se obtendran n*x unidades de B en el tiempo Z


La Historia, o las historias

La redundancia, sin embargo existe en una forma: en la enorme variedad de sistemas sociales ensayados por el hombre en los últimos miles años. Ahí esta la prueba de éxitos y fracasos, ahí esta la posibilidad de poner a prueba alternativas: de ahí el rol privilegiado de la Historia, (o mejor, los relatos conocidos como Historia)

Pero, en vez de ser el banco de pruebas “aséptico” donde de las opciones de organización social habidas, se analizarían objetivamente, la Historia es el campo donde los mitos planificadores muestran su juego. Por eso se discute hoy con la misma vehemencia de antaño si el país debiera haberse organizado desde el principio como un sistema centralizado o federal, si es mejor el presidencialismo o el parlamentarismo, etc.

En fin, la historia es nuestro único banco de pruebas, nuestra única fuente de legitimidad cuando tenemos que conseguir los recursos para poner en practica un proyecto de administración social.
(De ahí el extraño éxito de libros de Historia , nuevos best sellers que marcan la orfandad de ideas...y la necesidad de conocer “como funcionó la cosa”).




Economía y política


La economía es un campo más “natural” que la política.
En la política todos hacemos de buenos: todos queremos a nuestra comunidad, todos aportamos ideas para el mejoramiento de la sociedad, todos luchamos por valores , principios y objetivos universales. Tenemos misiones, mandatos, principios. Retórica pura. Hasta los votantes, el día de la elección parecen la encarnación de la república: van orgullosos a votar por los mismos a quienes hasta ayer repudiaban, los políticos.
De esa extraña farsa compartida está construida la realidad política. De ese caprichoso juego de simulaciones nace la gestión pública. Es increíble que aún así  se mantenga algún nivel de funcionamiento de la administración.

En cambio, la retórica, en las relaciones económicas no dura mucho. Ahí se habla el lenguaje del mercado: si la oferta se adapta a la demanda a un costo que sea menor que el precio, la empresa sobrevive. Digamos, para avanzar en esta pequeña teoría: en la economía el modelo de cono invertido parece funcionar mejor como marco explicativo:

Muchas empresas, adquiriendo diversos formatos o diseños base se lanzan a competir por algún nicho de mercado. La mayoría muere en el intento, es diezmada por la combinación de azar y necesidad, por las regulaciones estatales, o por una tecnología que nuestro competidor obtiene, o porque cambian las demandas del mercado y se imponen nuevas modas, o porque nuestro pais entra en guerra, o por cualquiera de las infinitas “razones” que explican exitos y fracasos en el ambito economico.
Pero no hay aca , casi, lugar para la retórica.

La empresa

Así como la naturaleza prueba nuevos diseños recombinando por azar el ADN y creando así nuevos programas de réplica , la empresa ensaya diseños nuevos, se reinventa sin afectar  seriamente su continuidad. Una empresa puede quebrar por múltiples motivos, difícilmente porque esté en un proceso de cambio gerencial o de diseño organizacional.
Está claro que la retórica existe en el ámbito de la empresa (la economía es una ciencia social...siempre hay lenguaje implicado) :  es necesaria para obtener apoyo de inversores, para defenderse de regulaciones, para hacer lobby por determinada  regulación: pero no hay retórica que salve una mala gestión empresarial,. El mercado –que como alguien dijo “no tiene corazón”- vota todos los días bajando el pulgar inexorable ante la ineficiencia .

La gestión


Entonces, la política es el puro reino de la promesa retórica,  adornada con mayor o menor “seriedad” por la historia y sus sucedáneos contemporáneos: sociología, encuestología, periodismo.
La economía es el reino de las decisiones de asignación de recursos, de creación de productos, de ajustes a la demanda, regidos por leyes inexorables que tienen que ver con la eficiencia, la rentabilidad.
Entre ambos mundos existe  la gestión  entendida como el ámbito de organización de recursos de producción, necesitada de retórica y de acción, de promesa y realidad, de seducción y de productividad, del Ying y Yang.
Por eso la difícil coexistencia de políticos (especialistas en diseños retóricos de promesas para captar recursos), ingenieros-economistas (analistas de las variable duras de la rentabilidad) y expertos en gestión (integradores de los factores humanos , técnicos y de  producción, navegando entre  leyes del  mercado y  promesas con sentido humano, entre historias de vida y matemáticas)







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